Hoy
me siento como un arrecife de corales cuyo fondo es tan espeso que no dejar ver
su claridad; como un banco de peces que se deja arrastrar por el oleaje del mar
sin saber muy bien cuál será su destino final. La vida es un continuo vaivén de
circunstancias, de pruebas que en cada
nuevo paso que damos deseamos superar.
Intento
no pensar en qué momento se inicio el viaje, en un tren existente en el que
todos anhelamos que tarde tiempo en
parar en nuestra estación. Mi alma se
siente rota o tal vez solo está sobre ascuas, que arden continuamente sobre mi
pecho, recordándome una y otra vez, por qué me siento desalentada.
Quién
sabe si el sonido del tren que suena tendrá un billete de ida, hasta una estación llamada esperanza y
en sus manos un billete de vuelta en cuyo rostro brillará la ilusión. No es un
espejismo, ni una quimera, tan solo el sueño de un sincero corazón.